miércoles, 23 de mayo de 2007

LOS POETAS Y SUS TARAS

Ahí donde los sentidos buscan las caricias de alguna musa, entre los cuartos de luna y los eclipses breves del alma, con la mente turbia, sin espacios de cordura, Ahí empiezan a destejerse como pétalos de cara al sol las prosas del poetas, desde su garganta al aire que las mece y las esparce o las mata. Una tara sólamente, un impulso vano de florecer en las lluvias del inconciente. ¿Para qué? ¿Para quién? Una tara...nada más

TARA DEL POETA
Si miro la luna debo crearme un momento
Entre el pulso y el aliento, mi soledad y mis sales
Debo encauzar los raudales y negarme a los vientos
Los que me traen acentos con ecos astrales

Debo bañarme en los caudales de la razón y la cordura
Olvidar esa aventura de flotar entre poesías
Cancelar la travesía que me invita a la locura
Armando tablaturas con absurdas melodías

Debo ignorar las fantasías que se tejen en mi mente
Escapar del inconsciente y procurar la consistencia
No rendirme a la insistencia de mis oleajes dementes
Y reubicarme en algún puente que me lleve a la coherencia

Mas si me lleno de ausencias al enjuagar las auroras
Con el sereno que llora sobre la hoja perlada
Pesarán en la almohada los golpes de las horas
Si la brisa me rumora con su prosa azucarada

Debo huir de las tonadas que digita el aguacero
Y borrar los cancioneros que me deja la verbena
Insistir en mis condenas y reencontrarme en mi sendero
Vaciar de mi tintero esas fábulas ajenas

Pero harán falta cadenas que repriman esos viajes
Cuando la musa y sus carruajes me mixturen de colores
Aunque el jardín se redecore no hurgaré entre sus paisajes
Ni daré letra a los mensajes del idioma de las flores

Volveré de los sopores que me turban la respuesta
Con la lógica dispuesta a vencer sobre mis taras
Aún si el ave me tocara con sus más finas orquestas
O muestre el cielo en la puesta la más bella de sus caras

Alzaré negras mamparas que me escondan la acuarela
De los pétalos y telas que se tiñen sobre el prado
No hablaré del otro lado que la luna me revela
O a donde la espiga vuela en los otoños dorados

Pero mi pecho que está tatuado con la tinta de mil Edenes
No evitará que me envenene con la noche y sus canciones
Y cuando la luna se corone otra vez sobre mis sienes
Volveré a tomar los trenes hacia nuevas ilusiones
Lante Nina.

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